viernes, 18 de marzo de 2011

ARS VIVENDI

ARS VIVENDI
Calle San Isidro, 3, Majadahonda, Madrid
Teléfono: 91 638 84 20

Calle Cristo, 23, Majadahonda, Madrid
Teléfono: 91 634 02 87

Calle Gran Vía, 54, Majadahonda, Madrid
Teléfono: 91 639 51 63

CC Heron City, Las Rozas, Madrid
Teléfono: 91 640 40 41

¡La mejor cocina italiana que he probado en Madrid! Sé que no conozco todos los restaurantes italianos de Madrid, me faltan muchos por probar, pero, de momento, este es el mejor, con diferencia.
De los cuatro que existen, he probado el del CC Heron City, en Las Rozas, y sólo puedo decir que me encantó. La decoración, el trato, la comida… todo estuvo de 10. Así que si os pasáis por allí, no dejéis de probarlo, merece la pena.
El restaurante es precioso, muy espacioso, con las mesas bastante separadas, que no da sensación de agobio. La decoración muy romántica, manteles blancos, velas, forja… Ideal para pasar momentos muy agradables.

El servicio me pareció genial, muy amables y muy atentos, pero sin llegar a agobiar. Que el restaurante no estuviera lleno ayudó en ese sentido, pero la impresión que me dio fue de que, aunque estuvieran todas las mesas ocupadas, los camareros seguirán siendo encantadores.
En cuanto a la comida, nos cautivaron con unos panes recién hechos, calentitos y deliciosos, y los típicos palitos de pan italianos. La espera de nuestras pizzas se nos hizo cortísima con este “entrante”.
Pedimos pizzas para cenar, y creo que fue la mejor elección que pudimos hacer. Desde la mesa se podía ver el horno de piedra en el que hacen las pizzas, auténticas y deliciosas. La masa, perfecta, esponjosa, consistente, muchísimo tomate natural e ingredientes generosos y muy frescos. Yo probé la Pizza Napolitana (tomate, ajo, anchoas y orégano), y sólo puedo decir que la disfruté como nunca.
En cuanto a los postres, no tienen mucha variedad, pero son de muy buena calidad. Pedí un sorbete de limón al cava, y aunque es un postre que suelo pedir habitualmente, este me dejó fascinada, suave, pero con el toque del cava. Genial.
En cuanto al precio, para la calidad de la comida me resultó bastante barato. Las pizzas, geniales, deliciosas, magníficas, sólo costaban 7 euros (había alguna más cara, pero sólo algunas especialidades). Así que creo que por esto también merece la pena.
No puedo decir nada malo de este restaurante, porque no se lo he encontrado. Aún me quedan muchos platos por probar, pero espero repetir la experiencia pronto y poder contaros más cosas sobre este nuevo descubrimiento gastronómico.

martes, 15 de marzo de 2011

EL COSACO

EL COSACO
Plaza de la Paja, 2, Madrid.
Teléfono 913 653 548

¿Y los rusos, a parte de la ensaladilla, que comen? Esa fue mi primera pregunta cuando me dijeron que íbamos a comer en un restaurante de aquella zona. Me pareció curioso y divertido, así que allá me fui, a conocer la comida típica de un país que me muero por visitar.

Al entrar al restaurante, lo primero que llamó mi atención fue la decoración. Algunas paredes rojas, otras con un papel discreto pero llamativo a la vez, muchos cuadros recordando la época dorada rusa, zares, paisajes, mucho oro… Me recuerda bastante a la película de Anastasia, una Rusia poderosa que quiere mostrar al mundo lo que tiene.
El restaurante tiene varios comedores con unas cuatro o cinco mesas cada uno, por lo que el ambiente es tranquilo y familiar, pero con ese toque de sofisticación que le da la magnífica decoración.
Uno de los descubrimientos de este restaurante es la sangría rusa, con mucha fruta y un color blanco muy apetecible. Eso sí, hay que tener cuidado, porque ¡entra a las mil maravillas! Además, tienen unos chupitos de vodka de sabores (pera, miel, etc.) que son dignos de probar por lo novedoso, por lo menos para mí, acostumbrada a bebidas made in Spain.
En cuanto a la comida, he de decir que me gustó bastante, muy buenas elecciones de mi amiga internacional, que ya había ido varias veces y se conocía la carta a la perfección.
Hay que destacar los blinis, una especie de tortillas rusas acompañadas de nata agria, que están increíbles. Los hay de ahumados variados, caviar, etc. Pero el que más me gustó a mi fue el de salmón, toda una experiencia para el paladar.
De segundo, encontré mi perdición, el Bitki Stroganof, filetes rusos (muy apropiado), con salsa Stroganof, champiñones y arroz, delicioso. Siguiendo con Stroganof, también esta delicioso el llamado Imperial, que son tiras de solomillo con esta salsa y champiñones.
Lo de llegar al postre es una tarea complicada, ya que las raciones son bastante abundantes. Pero si se hace un esfuerzo, recomiendo el Capricho de Pavlova, peras cocidas al vino con helado de vainilla, que tienen un sabor dulce, contrastando frio del helado y calor de las peras. Y para rematar al más puro estilo ruso, el sorbete San Petesburgo, de limón con vodka.
En cuanto al precio, hay que decir que es carillo, rondando los 30 euros por persona. Pero relación calidad precio, el restaurante es magnífico, de los que te quedan ganas de repetir para seguir probando platos.

SIPS MALASAÑA

SIPS MALASAÑA
Calle San Vicente Ferrer 57, Madrid
Teléfono 665 570 201

La zona, la entrada, el ambiente… nada te hace pensar que lo que encontrarás tras pasar el umbral y sentarte en uno de sus taburetes será una cocina de calidad, renovada, pero tradicional.
Llama la atención lo calmado del ambiente. La decoración ayuda, todo en blanco, las paredes, las mesas, las sillas…. Las paredes están decoradas con dibujos en negro, garabatos, muy graciosos, que le dan ese toque juvenil al local.

Las mesas son altas (creo recordar que no hay ninguna baja) con taburetes. A mi este tipo de mesas no me suelen gustar porque me resulta incómodo dejar los pies colgado, pero están hechas de tal manera que no te enteras de la altura.
Cuando fui no había mucha gente, pero parecía que estábamos solos, ya que no había mucho jaleo, y parecía que la distribución de las mesas también permitía esa cierta intimidad. Lo malo del restaurante es que no es muy grande y no tiene muchas mesas, así que es mejor reservar para ahorrarte sustos.
El servicio me pareció genial, el camarero siempre atento a las mesas, pero sin llegar a agobiar. Además, un chico muy majo, que nos sugirió un par de cosas que estaban deliciosas.
La cocina es de autor, platos muy elaborados, pero sencillos a la vez, ensaladas, carpaccio, hamburguesas… pero con un toque diferente. Platos de toda la vida completamente renovados y originales.
De primero tomé una ensalada de jamón de pato, mezcla de lechugas, nueces y salsa de mango y lima que estaba buenísima. La mezcla de sabores puede parecer un tanto extraña, pero el resultado es realmente increíble, toques dulces, amargos, salados…. Una auténtica explosión para el paladar.
De segundo una hamburguesa bastante grande apareció en mi mesa. Con queso brie, lechugas variadas, miel, mostaza… Una auténtica delicia. Ves llegar una hamburguesa y piensas que será lo de siempre, pero con el primer mordisco te das cuenta de que es algo totalmente renovado, digno de cualquier gran chef.
El postre fue lo que menos me gustó. Tomé un mascarpone negro, pero al ser mucha cantidad me resultó algo empalagoso. Pero tuve la suerte de probar un par de trufas en licor de naranja, y me resultaron exquisitas, os las recomiendo.
En cuanto al precio, me pareció un tanto caro. Menos mal que teníamos el descuento de www.restalo.es y nos hicieron el 40% de descuento, por lo que nos quedó en unos 15 euros cada uno. Creo que sin el descuento, el sitio es bastante caro, aunque con lo buena que está la comida, de vez en cuando merece la pena darse este tipo de lujos.

KIM BUM BU

KIM BUM BU
Calle de Colmenares, 7, Madrid.
Teléfono 915 212 681

Aunque al principio pude pensar que un restaurante africano no podría atraerme, fue cruzar su puerta y saber que estaba en un sitio especial, lleno de encanto y sofisticación.
Lo primero que llama la atención nada más entrar es su decoración. Motivos completamente étnicos decoran la estancia, pero sin recargar demasiado el ambiente. Un par de bambúes, alguna máscara y el traje de las camareras para crear un ambiente típicamente africano (o lo que nosotros pensamos que es típicamente africano).
También hay que destacar las mesas y las sillas. Son cubos de metal en los que queda todo perfectamente encajado. Al principio, te descoloca bastante, ya que no ves las sillas por ningún lado, pero cuando entiendes el mecanismo ¡deseas poder comprar una para tu casa! Las sillas tienen una repisa debajo para que puedas dejar las cosas y que no molesten en la comida. Además, a un lado de la mesa hay un espacio para dejar las botellas (no se te ocurra dejar ahí el bolso, si no una camarera, que no son la amabilidad en persona, se encargará de recordarte que ese es el sitio para las bebidas). Pero que las mesas sean así no permite que se junten, así que los grupos tienen que buscarse otro restaurante, porque aquí, para más de seis personas, no te aseguran que podáis estar juntos.


Y en decoración, no nos podemos olvidar del baño. En el de chicas (el de chicos no lo conozco, pero seguramente sea muy parecido) el lavabo es muy curioso, ya que es un caño de agua que cae directamente al suelo. Pero cuidado, en las dos ocasiones en las que he ido, ha habido problemas con la puerta, así que mejor no te olvides el móvil cuando lo visites.
En cuanto a la comida, todo tiene un sabor especial, pero no se aleja mucho de lo que estamos acostumbrados a comer. Sabores nuevos, pero sin alejarse demasiado de lo convencional. Las raciones son medianas, pero siempre que he ido lo hemos pedido todo para compartir, así se puede probar un poco de todo. Mi recomendación, para tres personas, con tres entrantes, dos segundos y un par de postres, solucionado.
También tienen un menú degustación por 21 euros, pero para eso se necesita una mesa completa (2, 4 o 6 personas), y como siempre coincide que vamos 3, nunca he podido probarlo, aunque espero no tardar mucho en hacerlo.
Entre los entrantes, para mi gusto, el mejor es el mokimo, una especie de pastel de maíz, patata y guisante. ¡Está delicioso! Como he dicho, es un sabor al que no estamos acostumbrados, pero no es tan diferente a lo que solemos comer como para no gustarnos. Todo un éxito. También me gustó mucho la botswana de maíz con salsa de alcachofas, y eso que estas verduritas no me atraen mucho, pero están buenísimas.
De segundo, hay varias cosas que me han gustado especialmente, entre las que podemos destacar varios platos de pollo variados. Los suelen acompañar de plátano, yuca o patata, y están muy buenos. Hay algún plato en el que innovan un poco más, pero no los he probado todos como para poder opinar más allá.
Toda buena comida debe acabar con un buen postre. En este caso hay que destacar las natillas de plátano. Un sabor diferente a lo que estamos acostumbrados, todo un acierto, y exquisito.
Tranquilos, el precio total no nos va a sorprender demasiado, ya que, por persona, no supera los 20 euros.